viernes, 8 de junio de 2007

Despedida y cierre

"Todo lo que empieza tiene un final". Tras la defensa de mi proyecto esta misma mañana y mi vuelo en apenas unas horas Y así debe ser pese a que a veces duela. Por un lado las ganas de ver a los míos, especialmente a Ella, me hace aguardar con mucha impaciencia el regreso a casa. Por otro lado, me entristece saber que se acaba, que probablemente no volveré, que no solo es el fin de esta experiencia, también el fin de mi época universitaria y de un estilo de vida. También es cierto que el fin de una época coincide con el comienzo de la siguiente, y espero ansioso el principio de la que me llega. Con nuevos proyectos, casi todos en común con Ella.

Tras pensar mucho que hacer con él, este blog será cerrado, no inmediatamente, pero a corto plazo. Tenía un cometido: mostrar a mis allegados mis vivencias durante unos meses concretos, y creo que lo ha cumplido. Espero que hayáis disfrutado, para eso se hacía.
No hay previsiones de la inauguración de una nueva bitácora por ahora, pero todo se andará... tengo todavía muchos viajes por hacer y de la lista de 77 maravillas del mundo solo he tachado 4. El día que se inaugure el siguiente cuaderno, estaréis todos invitados.

Así que os toca escribir a vosotros por una vez (y no digo solo Ar. y Va., aunque aguardo el vuestro con especial cariño, pues agradezco vuestra incondicional participación).
Toca despedirse y dejar saludo en comentarios. Esta es vuestra casa, a punto de derrumbarse, pero mientras tanto, vuestra.

Un abrazo.

Diego

martes, 29 de mayo de 2007

Cracovia, dias de descanso

Cada vez que afronto la página en blanco comienzo por la misma decisión: ¿Cual es la primera imagen que quiero mostrar? En este caso es Stare Miasto, la de la plaza principal de Cracovia, antigua ciudad de de reyes y capital de Polonia, ahora relevada de su cargo por Varsovia.
Y es que si bien Cracovia no es una gran ciudad, ni está llena de belleza como Praga, ha resultado ser también una bonita ciudad, con la que concluimos nuestro viaje con una sonrisa en la cara.
Muchos pensarán que no merece la pena gastar 3 días de viaje en Cracovia, que no tiene tanto por ver. Pero nunca se acaba de conocer una ciudad, y no cambiaría ni uno solo de los días que pasamos allí.

Podría hablar de las muchas anécdotas: del tren nocturno y la policía polaca, del ruinoso edificio donde estaba nuestra habitación de lujo, etc pero las reservo para tener algo que contar a mi regreso.






























La "mala salud de hierro" que acompañó el pie del arriba firmante y a su compañera de viaje hicieron que esta etapa de 3 días fuera más calmada que las anteriores.

Pero no es motivo de tristeza, ya que esta calma añadió un toque entrañable a cada paseo, a cada vista, a cada beso...
Pero... Res non verba, que entre tanta letra ya se han colado las imágenes de la gótica basílica de Santa María y una magnifica vista del río Vístula desde el castillo que aparece bajo estas líneas. Ni que decir tiene que también se ha colado un desayuno casi a las 11 de la mañana, de los que hacen historia (lástima que no aparezcan los zumos que vinieron a completarlo).
Y es que en ocasiones, el no correr de un lado para otro con afán por no dejar un detalle, y tomarse algo de tiempo para charlar abrazado a ella mientras el frío golpea vuestras caras se torna tan satisfactorio o más que lo primero.
Si algo nos llamó la atención de esta ciudad es su sonido; y la pena es que mi cámara, ciega del oído, no capta el continuo sonar de acordeones que pueblan las zonas más recorridas por turistas. En ocasiones la alegría de la música no da para compesar la tristeza de ver que quién toca apenas ha arrancado 8 o 10 tacos del calendario, y con sus manos sucias y poca precisión afronta otro día más en el que soportar el frío sentado en un minúsculo taburete. Tristemente esta imagen se repitió en varias ocasiones.
En otras ocasiones, la sorpresa se viste de "tocata y fuga en D menor" de Bach y exquisito recital por parte de dos acordeonistas perfectamente sincronizados; y algunas obras más que se apropiaron de mas de un cuarto de hora a cambio de la voluntad de los muchos que disfrutamos como si en la mismísima"Scala de Milán" estuviéramos. La música no entiende de lugar, y la puerta de una iglesia donde no caben más de 12 feligreses puede ser el escenario.
Curiosas imágenes aguardan ser descubiertas en un lugar como Cracovia, como este puesto de cerillas con algunas de 40 cm. de largo que bien podrían ser antorchas.Y como siempre, no se debe abandonar una ciudad sin probar sus delicias. Y dado que a solo unos 10 minutos del centro se llega a un campo tan grande casi como la vista abarca, pues allí que fuimos. Y estas excursiones desorganizadas permiten descubrir, con suerte, la feria local donde compartir de cerca la diversión de niños y mayores, y como no, su cocina tradicional.

Buen provecho para concluir este viaje.





























Decidimos prescindir de la visita a Auschwitz, tristemente famoso campo de concentración en la época de la invasión nazi, tras conocer algunos detalles del mismo y ver algunas fotos. Hay lugares en los que el ser humano nunca debería verse.

Praga ... esa mujer.

Tras la lección sobre culminar viajes que me ofreció Juan en Ámsterdam, yo no voy a tardar a culminar el mío. Así pues espero que esta entrada de ayude y aconseje sobre tu próximo viaje a la capital checa. Un abrazo para Raquel y familia.
Como dije en una anotación anterior: "Praga es una mujer, indescriptible, enigmática y que todo el tiempo del mundo no basta para conocerla por completa."
Y es cierto, resulta difícil recomendar un número de días para visitar esta ciudad. En tres días se puede ver perfectamente (sin visitar demasiados museos, eso es cierto). La foto que hay sobre estas líneas pertenece a la "Mala Strana" o Ciudad pequeña, que en realidad es un castillo, el castillo más grande de Europa, fruto de la unión del castillo, los palacetes de los acaudalados de la época, que pretendían vivir lo más cerca posible del rey y sus allegados, y una catedral. Casi roza lo delictivo no pasar aquí unas horas y disfrutar de una visita guiada (con un guía en Español) recorriendo algunas de las zonas más interesantes y conociendo la historia y acontecimientos pasados que encierra este fabuloso castillo. En esa misma foto podemos ver el 'Puente de Carlos'.
Estas dos magníficas construcciones se incluyeron entre las inicialmente 77 maravillas del mundo de entre las cuales se han seleccionado 21 y pronto se quedarán en 7.







































Pero "la ciudad dorada" no son solo esas dos construcciones, separadas de la ciudad por el río Moldava. Existen otras que llaman la atención por su estilo moderno, eso sí, no están mezcladas unas con otras, lo que hace que un paisaje clásico no se vea roto por culpa de edificios modernos, como ocurre en otras ciudades.
El centro de esta ciudad, anegado de turistas en casi cualquier época del año lo está por algo. La ciudad es bella en casi cualquier lugar en que te encuentres, sobre todo en el centro histórico y el barrio judío. En la foto sobre este párrafo se ve la entrada a la plaza Staromestske. Y bajo estas líneas, el reloj Astronómico, que a cada hora, a la par que suena aparecen los doce apóstoles en dos pequeñas ventanas en su parte superior, a la par que el gentío se adueña de la zona desde unos diez minutos antes de que esto ocurra.



































Junto al reloj se puede ver la casa del minuto, donde vivió Franz Kafka, adornada con tallados realizados con una curiosa técnica. Se extendía una capa de yeso negro y sobre este otra capa de yeso blanco y se iba retirando la capa superior dejando a la vista el otro color, y realizando de esta manera un dibujo. En esta casa se pueden apreciar motivos clásicos, y fueron ocultados durante un tiempo ya que las figuras femeninas resultaban ofensivas para la iglesia, por sus pocas vestiduras.
Muy cerca se puede visitar la iglesia de Santiago, vestido de peregrino, vieira incluida. Esta tiene un brazo humano, cuyo propietario era un ladrón al que la imagen de la virgen sujetó de la mano para que no escapara, y la iglesia era visitada por el gremio de los carniceros... ejem.

Otro de los atractivos que encontraremos en "la ciudad de las cien cúpulas" es el con razón famoso cristal de Bohemia. Los escaparates de tiendas especializadas del centro de la ciudad se quedan con las miradas de quienes caminan frente a ellos. Incluso un servidor, que no es devoto de ese estilo en decoración, quedó asombrado de jarrones, cristalerías y demás artículos con tallados, vistosos colores y formas.
Saliendo del centro más turístico se llega a la Václavské námësti, la plaza de San Wenceslao y el Museo Nacional y el homenaje al estudiante Jan Palach, que se quemó a lo bonzo en contra de la represión comunista, una cafetería en dos vagones de tranvía, una galería comercial preciosa y algunas construcciones cubistas conforman el paisaje de esta zona.

Para acabar con esta entrada, que se está haciendo algo larga, me falta recomendaros y comentar algunas curiosidades.
A cada hora en punto se puede ver el cambio de la guardia en el Palacio Real, en Mala Strana.
Resulta curioso ver que para dar las señales sonoras que marcan las fases del cambio de turno (llegada, saludo, relevo, partida). El de más rango golpea la culata de su rifle contra el suelo. Esperamos que no esté cargado.
No se debe pasar por alto la oportunidad de recorrer el centro tanto de día como durante la noche. La belleza de un paseo por aquí a la luz de las farolas no tiene precio, así como por la orilla del Moldava, con la imagen del Castillo iluminado (primera de el post) presidiendo la noche.
El metro no está más bajo porque lo impedía el magma, llegan a dar incluso vértigo los 15 metros de altura (ojo, no longitud), que le calculo a ojo.
En el castillo, se puede ver la ventana protagonista de las dos Defenestraciones de Praga. Funcionan de esta manera, cuando algunos políticos osaron gobernar en contra de los intereses del pueblo checo, éste invadió el castillo y los tiró por una ventana. En la primera defenestración murieron siete miembros del consejo de la ciudad. En la segunda, el foso que rodeaba la construcción había sido rellenado de estiércol y los tres arrojados sobrevivieron.

Amsterdam, la imagen

La pronta respuesta de, si bien no mis dos únicos lectores, pero si los dos únicos que dan algo de vida a la sección de comentarios va a tener aquí su recompensa. Dedicada a ellos dos queda la siguiente imagen.

Algunas imágenes quedan grabadas en nuestras retinas. Si tienes a mano una cámara, además, puedes compartir una visión parcial de esa realidad, que a la postre puede no transmitir nada, transmitir una únicamente una imagen, o traspasar cada píxel y transmitir mucho más...
Y en ocasiones, hasta el peor de los 'fotógrafos' aficionados y novatos sabe como le gustaría que quedara esa foto, incluso antes de hacerla. Sabe como tratará el color del cielo, de un edificio o de cualquier otro elemento de la composición que se postra ante él, esperando ser inmortalizada. Que ustedes la disfruten.

lunes, 28 de mayo de 2007

Ámsterdam, llena de vida ( Parte II )

Y aquí llega la segunda entrega de esta cautivadora ciudad. Tras pasar el lunes aquí, y volver por la noche a Gante, el miércoles por la mañana, volvíamos a la pseudo-capital holandesa, esta vez en tren, con un esguince en el tobillo de un servidor, pero dispuestos a no perder ni un minuto del "viaje de novios" que aquí comenzaba (sí, era el "viaje de novios", que no la "luna de miel", que es el primer viaje de casados). Tras llegar al Hotel Brian, cuya situación en el canal Singel y cerca de la estación lo hacía ideal (pero al que no os recomiendo ir), comenzaba nuestra andadura por la Ámsterdam menos turística, alejarse del centro unas manzanas es clave para ver la vida local, un miércoles normal y corriente, bueno... soleado, pero ni festivo ni vacaciones. Y es una vida agradable, calida, muy alegre.
Después de comer salimos en busca de un café y un pedazo de strudel (tarta de manzana y canela), y nos encontramos con una muchedumbre de niños agolpados alrededor de un payaso y un cocinero que repartían helados a los niños en la calle!! (nota curiosa, en ningún momento vi a nadie pagar).



Aunque el mejor momento llega a partir de la media tarde, cuando la gente sale de trabajar y se inundas calles, plazas, canales, cafés, terrazas, bancos. A los holandeses no les gusta la luz artificial, es mi teoría tras ver barcazas amarradas en los canales que hacían de vivienda, y a mucha gente que se salía a la puerta de su casa, café o cerveza mediante, a leer el periódico o un libro. Y resulta bonito el ver una ciudad donde la gente disfruta solo con verse unos a otros, no importa si es dando un paseo en un bote cochambroso, en un gran barco, en bicicleta o a pie. No importa si nadie se conoce porque en el fondo no nos conocemos en ocasiones a nosotros mismos.
El saludo de una niña de un par de añitos desde un barco en brazos de su madre será recogido por todo el que lo vea con una sonrisa y devuelto con alegría por algunos. Detalles así hacen que una ciudad quede guardada en el recuerdo de por vida, y que se ansíe volver, con la esperanza de que su corazón, que son sus ciudadanos, no hayan cambiado.

Quizás la gente que puebla una ciudad sea como la ciudad, y esta es una ciudad distinta a todas las que el arriba firmante ha visto. En esta ciudad los edificios no quieren ser altos, ninguno quiere sobresalir ni destacar sobre sus vecinos. Y tampoco pretende ser igual, ni siquiera estar en la misma línea. Por eso, cada uno está inclinado hacia un lado, desalineados, torcidos, dando muestra de la diversidad de que hace gala Ámsterdam (nótesé que la foto superior está perfectamente encuadrada respecto al plano del suelo, la inclinación de el edificio es la que es).

Y como no podía ser de otra manera, volvimos al mercado de las flores, a admirar esta vez con más tiempo las variedades de tulipanes y sus colores, las flores exóticas, y no tan exóticas que daban luz a quien se parase a admirarlas.


Otra de las imágenes que guardo con una mezcla de cariño y admiración es la vista de los canales a la luz de la luna y algunas farolas (blancas, no rojas, que también las hay) .



viernes, 25 de mayo de 2007

Ámsterdam, llena de vida ( Parte I )

Antes de describir Ámsterdam quiero dar las gracias a mi guía invisible, quien me facilitó mucha información de su puño y letra (digital, pero suya), fruto de sus pasos por esta ciudad hace un tiempo, y que en cierto modo, también me acompañó por sus calles. Algo que seguro le llevó un buen rato y que yo ni siquiera había pedido. Gracias Juan.

Como ya he dicho en alguna entrada anterior, Ámsterdam es una ciudad sorprendente, asombrosa, pero esto se debe a la gente que la ocupa, tanto o más que a su construcción.
Si bien los canales que la rodean en forma de círculos concéntricos son preciosos, así como las calles, plazas, y paseos, estos no serían nada de no ser por la inmensa cantidad de gente que ocupa sus terrazas, se mueve en bicicleta o pasea plácidamente.
Ocupada por turistas en algunas zonas (incluso el barrio rojo es lugar turístico durante las horas de luz), no llega a ser una ciudad que viva exclusivamente del turismo.
En Ámsterdam pasé dos días, el primero un lunes, con mis padres y con A. Tras unas 3 horas de conducción de un coche de alquiler llegábamos para dejarnos unos 23 € en parquímetro (no todo iba a ser bonito).











Y desde la impresionante Estación Central de Ferrocarril recorríamos todos las zonas de interés turístico, Barrio rojo, los canales, la Plaza Dam, el antiguo centro comercial Magna Plaza,















el fantástico patio interior de la casa de las Begijnhof con la casa más antigua de Ámsterdam y la única que se conserva de las construcción totalmente en madera (prohibidas tras varios incendios en la ciudad). Es impresionante abrir una puerta en una fachada austera como si fuera tu casa y adentrarte en el patio interior, dominado a medias entre una pequeña iglesia o capilla y unos preciosos jardines, bien cuidados.
También tuvimos ocasión de pasar por el mercado de tulipanes, con flores y bulbos para plantar (aunque de esto pondré fotos en la segunda parte).

Después de ver todo esto, parada y bebida, paseo tranquilo wok-away y de vuelta a Gante, para al día siguiente, devolver a mis cansados padres a su tierra, pocos de su edad aguantan lo que ellos aguantaron, pero se llevaron más recuerdos, de los que yo siquiera esperaba.

jueves, 24 de mayo de 2007

Bruselas

A estas alturas de cuento (y debido a mi velocidad de posteo) deben quedarme lectores como para contarlos con los dedos de una mano. Pero es la selección natural, al final solo quedan los más aptos los amigos, y a todos vosotros, un saludo (en forma de abrazo para varones y beso para feminas).

Empieza a costarme acordarme de los pormayores de cada viaje, pero recuerdo cada detalle, cada sonrisa, y sobre todo, lo recuerdo con añoranza en unos días que no quito la mirada de mi tesis.

Pero dejemos de divagar, hemos venido a hablar sobre Bruselas. Al salir de la estación central de tren en dirección al centro, pasamos por una discreta recepción nacional, la plaza de España, presidida por una estatua de Quijote y Sancho, dominando sobre la altura lo que otrora dominaron sus paisanos, y no supieron mantener. Y dado que nos dió la bienvenida a la capital belga, he decidido que también la dé a mis lectores.

Es el detalle gracioso, y a partir de ahí, todo son detalles, grandes y pequeños, que inundan cada mirada. Un mercado lleno de gente unos metros más alante, ropa, bisutería, fresas y frambuesas,...
Escondiendo unos pasos más allá una de las galerías comerciales más antiguas de europa, mantenedora de su ambiente original, pequeña, luminosa gracias a la cristalera que hace de tejado.
Al salir por uno de los laterales entramos en una calle llena de "restaurantes para turístas" con sus metres al acoso y derribo captación de quien se atreva a pasar por su puerta. Pero tiene su fruto, dejando este callejón peatonal llegamos a la famosa Grande Place, y famosa con motivo.
Conocer la historia de cada construcción, dedicada a un gremio de artesanos de la ciudad, necesitar un curso, pero admirarlas por separado cuesta, el conjunto es embriagador, magnifico.
Para muestra un botón, perdón,unas cuantas imagenes.















Saliendo de Grande Place y alrededores llegamos a la Catedral de Bruselas, una construcción que ha albergado bodas de la realeza. Y no es para menos, tallas elaboradisimas en madera, el tremendo órgano suspendido, o la reproducción tallada en piedra a escala que encontramos sobre el portico principal acaparan miradas de quienes se acercan.

Por último, una imagen del Atomium, sede de una Exposición Mundial, cuya envergadura y diseño la hacen visita obligada, aunque solo sea para admirarla desde el exterior.

sábado, 12 de mayo de 2007

Brujas, el parque temático de Flandes


Si, si, ya lo sé, Brujas es seguramente la ciudad turística y famosa por excelencia de esta tierra.
Famosa hasta el punto de que Gante y Ambéres quedan eclipsadas ante la reina del peatón con cámara de fotos.
Y no es inmerecido, solo su nombre ya resulta atractivo, mágico..., es una ciudad muy bonita, con algunos canáles, bonitas plazas y callejones, y plagada de construcciónes que hacen las delicias de cuantos entiendan de arquitectura y cuantos no.


Su plaza principal es enorme y bajo mi opinión, el punto fuerte de la ciudad, es preciosa.Pero siendo sinceros, no cambiaría mi gambiano paisaje por éste.
Brujas es una ciudad turística, plagada de visitantes y de locales que les ofrecen servicios. Es más facil ver un coche de caballos que un coche a motor.
Sus bajos comerciales alternan restauración, souvenirs, tiendas de encajes y mantelería y chocolaterías. A veces ni eso, y solo hay chocolaterías, una con otra.

Todo ésto no hace la ciudad menos bella, pero muestra que la actividad no va más allá del turismo, y no hace justicia a las otras dos ciudades flamencas más importantes ya nombradas. Independientemente de todo esto, me ha parecido una ciudad muy "cuca", muy recomendable para pasar un día, para eso es la ciudad ideal, pues todo.
En la próxima entrega: Bruselas.

domingo, 6 de mayo de 2007

Señales de vida: más vale tarde...

Como ya avisé he tardado en dar señales de vida, y es que estas dos últimas semanas no han sido muy tranquilas.
Os voy a hacer un pequeño resumen para justificar mi ausencia y los detalles de cada viaje con sus fotos los pondré en posteriores entradas. Necesito tiempo para elegir y procesar entre las casi 1000 instantáneas tomadas en este periodo.
El viernes 20 llegaban mis padres y mi novia (A.) a visitarme. Juntos visitamos Brujas, Bruselas, Ámsterdam y como no, Gante. El martes siguiente antes de llevarles al aeropuerto tuve la feliz idea de torcerme un tobillo hasta que tocara el suelo, esguince, hinchazón, moratón y algo de dolor (sobre todo conduciendo hasta el aeropuerto y de vuelta).
Pero un requenense debe hacer gala de serlo, y la sangre romana (mis allegados ya me entienden) que corre por mis venas no cubre de hojalata solo el pecho.
Así que según lo planeado, A. y yo, el miércoles salíamos hacia Ámsterdam, para pasar una tarde fantástica recorriendo sus calles, canales, plazas,... La vida urbana de esa ciudad no es comparable a muchas.
Noche en un hotel que recomiendo no ir, y temprano volamos hacia Praga.
Praga es una mujer, indescriptible, enigmática y que todo el tiempo del mundo no basta para conocerla por completa. Seguramente la ciudad más bella en la que hemos estado tanto mi novia como yo, y antes de dejarla ya prometíamos volver. 3 días no son suficientes para verla entera, pero si para conocer sus puntos de mayor interés.
La noche del sábado la pasábamos en un tren-cama, camino de Cracovia (unas 9 horas), y en ésta última hemos estado otros 3 días, tiempo suficiente, esta vez sí, para conocerla en detalle, pasear por sus calles despreocupados en muchas ocasiones de ir a ver esto o aquello para tan solo empaparnos de la vida polaca.
El miércoles de la semana que hoy cerramos regresábamos a Gante de nuevo, y si bien podría haber escrito, he dedicado mi tiempo avanzar mi proyecto (que presentaré el 8 de junio), y a dedicarle a A. todos los momentos de que disponía. Y con ella he compartido visitas al castillo, paseos por el centro, escaparates y "pinceladas de negro", y que a pesar de lo que digan algunos de mis lectores son buenísimas sin llegar a ser "pinceladas en blanco y negro" ;)
Conforme vaya procesando y preparando imágenes iré añadiendo entradas a este cuaderno de bitácora, siempre en orden cronológico, como manda la tradición marina...
Espero que disfrutéis de lo que viene, pues dado el trabajo que tengo por delante, puede ser el cierre de esta aventura, aunque... nunca se sabe.

P.S. Mi pie sigue doliendo (evidente con el poco reposo que ha tenido), pero "Progresa Adecuadamente"

jueves, 19 de abril de 2007

Vosotros lo habeis querido

Comentarios como el último no se perdonan. No tenía intencion de hacer esto, ya lo dije, no quería provocar envidias. Llevo tres semanas sin casi añadir nada a este cuaderno, pero es porque he estado encerrado en mi cuarto, trabajando duro con el proyecto.
Pero así es la vida. No digais que no os avisé.
Ciudades para las próximas dos semanas (perdonen uds. mi ausencia durante las mismas):
Gante, Brujas, Bruselas, Amsterdam, Praga, Cracovia,

En breve, aluvión de fotos.

sábado, 14 de abril de 2007

Pincelada de ... negro

Bueno... debería decir brochazo.

martes, 10 de abril de 2007

Pincelada de azul


No siempre un texto necesita imagenes para transmitir algo, aunque es innegable que el apoyo visual ayuda mucho. En este caso, la imagen no necesita (ni casi admite) palabras que transmitan nada.

Amberes, caminata y buena compañía

Pues esta ha sido mi última excursión, Antwerpen... o Amberes, como la conocemos los castellano parlantes.
Después de varios días en los que mis ojos solo veían la pantalla del portátil, y mi cabeza solo pensaba en mi proyecto, necesitaba un descanso. Y aprovechando que en mi visita a Luxemburgo había conocido a Julián, pues decidí hacerle una visita y pedirle que me enseñara su ciudad (y digo suya porque es suya, tras 8 años desde que llegara a ella).

La llegada da una muestra de lo que se va a ver a continuación. Una estación de tren que parece un aeropuerto por su tamaño y un palacio por su construcción, simplemente preciosa. Con varios pisos, algunos de ellos en obras, ya que pronto dejará de ser estación final para ser estación de paso a través de un túnel que cruzará la ciudad entera por debajo.


Ya fuera, caminamos por el barrio chino, por la zona de estudiantes, por el centro y sus fantásticas plazas, casi contiguas y llenas de gente, con grandes construcciones bien cuidadas y llegamos hasta unas calles peatonales donde se hacen las mejores patatas fritas de Amberes, y que consecuentemente, no pudimos probar ya que la cola salía del local.


Llegamos caminando hasta el impresionante museo, que se yergue magnifico, sin dejar que otras construcciones se le acerquen, orgulloso de su envergadura y coronado por dos carruajes de bronce tirados por caballos y de un tamaño que deja perplejos a los que alzan la vista y los encuentran.



Resulta curioso ver en una ciudad tan clásica en sus construcciones un parque lleno de graffitis, pero es que en este en cuestión está permitido hacerlo, y en cierto modo es una pena, ya que en ocasiones se acaba pintando sobre otra imagen fantástica, de las de andamio, perdiéndose así la primera.



Después, llegamos a la parte más al sur de la ciudad, donde se encuentra la nueva ciudad de la justicia, preciosa, moderna, pero que no hace justicia al estilo del resto de la ciudad.

Por la tarde, y casi habiendo visto la ciudad por completo, tocaba seguir con la visita, y caminando entre callejones, y entre alguna pregunta del estilo:"¿Estás perdido, Julián?¿Sabes donde estamos?" Llegamos a una plaza, en la que entró delante de mí y se giró para ver la expresión de mi cara.
Nadie es capaz de imaginar, una veintena de metros antes de atravesar el pequeño arco de entrada, lo que va a encontrar allí. Perdonad la imagen, que es la fusión de varias, pero era imposible captar (con el angular quqe tiene mi cámara) por completo la envergadura de semejante iglesia. Esta es la más antigua de la ciudad, y fue obligatoria parada y agradecido descanso en uno de sus bancos, junto a un hombre que tocaba piezas clásicas al violín... sencillas, de las que hacen recordar los primeros años de conservatorio del abajo firmante.

Solo quedaba rematar la excursión con alguna cerveza en buena compañía, una pareja, amigos de mi anfitrión, y un bar de los que no se olvidan, por lo entrañables, donde siempre apetece volver a tomar otra.

En mi próxima visita, seguro.

PS. Haciendo click en las imágenes se hacen más grandes, espero que os gusten