lunes, 28 de mayo de 2007

Ámsterdam, llena de vida ( Parte II )

Y aquí llega la segunda entrega de esta cautivadora ciudad. Tras pasar el lunes aquí, y volver por la noche a Gante, el miércoles por la mañana, volvíamos a la pseudo-capital holandesa, esta vez en tren, con un esguince en el tobillo de un servidor, pero dispuestos a no perder ni un minuto del "viaje de novios" que aquí comenzaba (sí, era el "viaje de novios", que no la "luna de miel", que es el primer viaje de casados). Tras llegar al Hotel Brian, cuya situación en el canal Singel y cerca de la estación lo hacía ideal (pero al que no os recomiendo ir), comenzaba nuestra andadura por la Ámsterdam menos turística, alejarse del centro unas manzanas es clave para ver la vida local, un miércoles normal y corriente, bueno... soleado, pero ni festivo ni vacaciones. Y es una vida agradable, calida, muy alegre.
Después de comer salimos en busca de un café y un pedazo de strudel (tarta de manzana y canela), y nos encontramos con una muchedumbre de niños agolpados alrededor de un payaso y un cocinero que repartían helados a los niños en la calle!! (nota curiosa, en ningún momento vi a nadie pagar).



Aunque el mejor momento llega a partir de la media tarde, cuando la gente sale de trabajar y se inundas calles, plazas, canales, cafés, terrazas, bancos. A los holandeses no les gusta la luz artificial, es mi teoría tras ver barcazas amarradas en los canales que hacían de vivienda, y a mucha gente que se salía a la puerta de su casa, café o cerveza mediante, a leer el periódico o un libro. Y resulta bonito el ver una ciudad donde la gente disfruta solo con verse unos a otros, no importa si es dando un paseo en un bote cochambroso, en un gran barco, en bicicleta o a pie. No importa si nadie se conoce porque en el fondo no nos conocemos en ocasiones a nosotros mismos.
El saludo de una niña de un par de añitos desde un barco en brazos de su madre será recogido por todo el que lo vea con una sonrisa y devuelto con alegría por algunos. Detalles así hacen que una ciudad quede guardada en el recuerdo de por vida, y que se ansíe volver, con la esperanza de que su corazón, que son sus ciudadanos, no hayan cambiado.

Quizás la gente que puebla una ciudad sea como la ciudad, y esta es una ciudad distinta a todas las que el arriba firmante ha visto. En esta ciudad los edificios no quieren ser altos, ninguno quiere sobresalir ni destacar sobre sus vecinos. Y tampoco pretende ser igual, ni siquiera estar en la misma línea. Por eso, cada uno está inclinado hacia un lado, desalineados, torcidos, dando muestra de la diversidad de que hace gala Ámsterdam (nótesé que la foto superior está perfectamente encuadrada respecto al plano del suelo, la inclinación de el edificio es la que es).

Y como no podía ser de otra manera, volvimos al mercado de las flores, a admirar esta vez con más tiempo las variedades de tulipanes y sus colores, las flores exóticas, y no tan exóticas que daban luz a quien se parase a admirarlas.


Otra de las imágenes que guardo con una mezcla de cariño y admiración es la vista de los canales a la luz de la luna y algunas farolas (blancas, no rojas, que también las hay) .



2 comentarios:

Vane dijo...

Sí, señor... este Amsterdam me gusta más! mmmm, ya veo peligrosas referencias a bod-egones... XD
lo que no veo en las fotos es el intenso sol español, con lo que yo lo eché de menos en mi erasmus...

Anónimo dijo...

Detalles así hacen que una ciudad quede guardada en el recuerdo de por vida, y que se ansíe volver, con la esperanza de que su corazón, que son sus ciudadanos, no hayan cambiado....

A eso le llamo saber escribir!! Añadiendo un puñado de sentimiento a tus palabras puedes sentirte satisfecho de haber contagiado a un viejo amigo, tan enamorado de las culturas clásicas que a veces olvida que el pasado es tb aquello posterior al siglo III.

Pero dejémonos de tanto ditirambo! Sigue dándole a la tecla! Sigue contagiándome con tus sencillas palabras! Sigue mostrando esos paisajes, esas 2 Amsterdam, sigue, en fin, dando noticias de tí!